Una reflexión creyente en tiempos de pandemia...

APORTACIONES AL TEMA DE LOS CURAS SECULARIZADOS

Estas semanas de confinamiento por la covid-19 me han servido de discernimiento personal sobre lo que hemos vivido muchos secularizados leyendo a Francesc Núñez y Fernando Urbina en los que me encuentro retratado. ”Hay que comprender el presente a la luz del pasado para proyectarse sobre el futuro”. (Fernando Urbina)


(29 de Mayo de 2020 - José Centeno)


LES PLEGADES Y EL ESPESOR DE LA REALDAD..

Francesc Nuñez

Francesc Núñez (1961) entrevista para su tesis doctoral de 2005 a un centenar de sacerdotes “plegats” de Barcelona y a otros sacerdotes en ejercicio bien conocidos como el Abad de Monserrat Cassiá María Just, Mosén Vidal de San Medir de Barcelona, Casimir Martí, González Faus y otros.


Investiga la secularizaciones entre los años sesenta y noventa. Antes del concilio apenas se concedían secularizaciones. Francesc no entra en la teología, ni por tanto en la posibilidad del sacerdocio casado, aunque lo recoge en las entrevistas. Se limita a constatar la realidad de los secularizados, casados o no, y expone las razones que ellos dan. Él afirma que su trabajo es desde la sociología, “ciencia que trata de la constitución y desarrollo de las sociedades humanas”; desde la etnografía, “el estudio descriptivo de los grupos humanos o étnicos con sus actividades, organizaciones sociales, creencias, estructuras de parentesco, etc”; y desde la historia, “exposición sistemática de los acontecimientos que afectan a un pueblo, institución, ciencia, o un arte”. Los entrevistados fueron ordenados entre 1942 y 1989. La mayoría se secularizaron en los años cincuenta y sesenta.


Francesc nos confina a los seminaristas, a los monjes, al clero, etc., en lo que el sociólogo Giffman llama en una “institución total”, un lugar de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación, aislados del exterior por un periodo apreciable de tiempo comparten la rutina diaria administrada formalmente bajo una autoridad única.


En el seminario vivimos, dormimos, trabajamos, nos divertimos, comemos, nos educamos. Aislados de la sociedad. Todos jóvenes, varones, estudiamos lo mismo. Vivimos sin apenas influencia externa. En mi caso entro en el seminario, un caserón de gruesas paredes en el centro de Palencia. El patio de recreo, no muy grande, está rodeado de muros de más de diez metros de altura es compartido por los 150 seminaristas: 1º de latín y filósofos y teólogos. El resto del seminario menor en la antigua abadía de Lebanza, en el valle en la Pernía con picos de hasta de 2000 metros distante 140 kms de Palencia, sin teléfono, aislados frecuentemente por las nevadas.


Convivimos 200 adolescentes entre 14-17 años desde octubre a junio. Yo vivo con pasión, fue un año feliz. Luego en Comillas, en la costa, once años; más de 700 alumnos, profesores y empleados con solo vacaciones de verano, bastante libertad de vagar por aquella zona rural de pequeñas aldeas entre bosques y playas. (No había turismo o era muy escaso).


Vivimos ajenos a la juventud de nuestros pueblos o ciudades. El seminario es un mundo con sus, clases, fiestas, tradiciones, hábitos, trabajo, valores, normas. Todos los mismos estudios, la misma lengua de trabajo, el latín. Lengua muerta. Prácticas religiosas repetitivas a lo largo del día y de las semanas. Mundo reglamentado y cerrado. Sin periódicos, sin revistas, sin radio ni televisión (todavía no estaba generalizada) El correo censurado. Entregamos las cartas sin cerrar y las recibimos abiertas.


La filosofía y teología de nuestras clases es la neoescolástica de las esencia, substancia y accidentes, la materia y la forma o los entes “in se” y “ab alio”, raciocinios y demostraciones, los universales, las ideas abstractas… que no iluminan nada nuestras esperanzas y nuestras aspiraciones o dudas y vacilaciones. La dirección espiritual suele ser impersonal, pláticas semanales, puntos de meditación... Todo se reduce a la oración, el sacrificio, y el estudio


El Concilio, durante la teología, nos abre al mundo, a los pobres, a la misión. Nos inyecta el gusanillo de la apertura a la vida real y muchas esperanzas e inquietudes. En los años del Concilio viajamos en verano a conocer experiencias pastorales, a trabajar en medio del mundo obrero o la emigración.


Nos orientamos unos al mundo rural, otros al mundo obrero, al apostolado del mar, algunos a la investigación… Mi generación salimos bastantes sanos, llenos de energía, abiertos a un mundo desconocido a pesar del vacío teológico, que suplimos con cursillos o lecturas de los teólogos del Concilio.


Nos damos de bruces con la realidad. La identidad sacerdotal recibida era la del “elegido” –has elegido la mejor parte- para el culto, los sacramentos, la catequesis, en una sociedad en trasformación de agrícola a industrial y secularizándose a pasos agigantados. Fieles al Concilio descubrimos que la salvación o la redención es la liberación de todo pecado individual o colectivo, que va unida en el Evangelio a una sociedad más justa… Nuestra identidad sacerdotal se trasforma al asumir como discípulos de Cristo “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo sobre todos de los pobres y de cuantos sufren…” además de ser administradores de sacramentos, ritos y la predicación.


La Jerarquía inmovilista frena el concilio. No escucha. Las diócesis siguen siendo una “institución total” de varones, ancladas en la moral individual, sexual y en la práctica sacramental. El choque se da sobre todo en las ciudades, en el mundo obrero y en el mundo intelectual más que en el mundo rural. Hay una resistencia de la oficialidad de la Iglesia a salir de la cristiandad, de la “institución total”. Se empeña en paralizar el espíritu conciliar de una iglesia misionera en la sociedad cambiante. Muchos nos planteamos la vocación con un sentido evangélico en el mundo real en que vivimos, que lo ”sagrado” no es algo separado y distinto a la realidad. Sin embargo desde las mitras se prefiere “profesionalizar” el misterio, el culto, las ceremonias como lo propio del sacerdote. Los altos muros de los palacios episcopales y de las catedrales resisten al mayo 68 y a la nueva sociedad española que lucha por una sociedad más horizontal, participativa, menos jerárquica, camino de la democracia.


Francesc, percibe que los secularizados que ha entrevistado quieren ser fieles a su vocación, a su misión. Vivimos en el seminario ajenos del mundo de los pobres, de los derechos humanos, de las injusticias, del mundo femenino, de los sentimientos y de la afectividad, de la familia de la que fuimos arrancados a los doce años, realidades peligrosas para la vocación. Buscamos reconvertir la identidad sacerdotal recibida del seminario en una misión hacia los que están fuera, los alejados que son la mayoría. Acompañamos a los cristianos militantes obreros, intelectuales en la lucha de contra la injusticia social.


Nos replanteamos la vocación, la Iglesia, la fe, la misión, la pastoral, la liturgia, el celibato… para un mundo para el que no estamos preparados en los doce años en la “institución total”, el seminario. No encontramos Pastores que caminen por delante o nos animen desde la retaguardia, al contrario. Sufrimos un choque frontal.

Nosotros nos organizamos y coordinamos en la nueva pastoral obrera, comunitaria de parroquias y de movimientos dedicando mucho tiempo a reuniones. Trabajamos en conjunto pero sufrimos un distanciamiento cada vez mayor de la institución al no ser escuchadas nuestras inquietudes y proyectos. La respuesta es el silencio o el rechazo.


Cuando la institución no te reconoce, te vas sintiendo poco a poco fuera a ella. Cada uno se ve obligado a salir adelante por su camino… Tenemos que enfrentarnos a dos escollos difíciles: la familia y el trabajo. Nuestras familias son mayoritariamente tradicionales. Se abren muchas heridas. En cuanto al trabajo, algunos de nosotros ya tienen un trabajo civil que previamente habían asumido renunciando a la asignación estatal. Estos lo tienen más fácil. Son más libres económicamente. Solicitan o no el rescripto de secularización. La mayoría lo tenemos más difícil. Pasamos de ser sacerdotes, personas reconocidas, respetadas o estimadas a “no ser nadie”, uno más que va a mendigar un trabajo para el que no estas preparado muchas veces. A algunos les duele mucho que parte de sus compañeros sacerdotes les retiran la palabra o les llaman traidores. La ruptura es radical. Los ordenados en los años sesenta o setenta tenemos interiorizado que el sacerdocio es “in aeternum”… Los secularizados en los años ochenta y noventa en su subconsciente late la idea de ser sacerdotes “ad tempus” si no les va bien. Han conocido muchas secularizaciones. Lo están viviendo. Su secularización es menos dramática.


Algunos textos del autor sobre los “plegats”:

1.-“La Iglesia católica no ha sabido o no ha querido dialogar con todos aquellos sacerdotes que en un momento dado se sintieron incómodos es sus estructuras porque no les ha creído o porque no la interesaba. Por otra parte los sacerdotes querían ser fieles a la institución de la que formaban parte, pero acabaron optando por resolver su malestar, su crisis particular, marchándose o se vieron obligados a tomar esta decisión”

2.- “Tienen un deseo de mantener vivo un firme compromiso con el mundo, una voluntad de mejorar las condiciones de vida de la gente; hay un compromiso con el mundo que trasciende su vida personal. Poseen sensibilidad hacia los pobres, a los demás con un sentido de servicio. Esta característica destaca respecto a otras actitudes y puede ser un signo o denominador común de su supuesta dimensión espiritual.

3.- En las entrevistas realizadas varias decenas de años después de su secularización manifiestan el 33% que seguirían ejerciendo si las circunstancias lo hiciesen posibles, pero restringirían el ejercicio a determinados espacios y condiciones. El 51% en ningún caso lo harían (tres hicieron constar que su fe es la misma que cuando se secularizaron). El 16% no lo tenían claro, su sentimiento era ambiguo y de tener posibilidad de ejercer podrían muchas condiciones


Articulos (2 tomos) - FERNANDO URBINA.

Fernando Urbina

La otra lectura es dos tomos de artículos de Fernando Urbina (1923-1992) que recogen su pensamiento teológico, publicados después de su fallecimiento. Es conocido por muchos de nosotros como el teólogo de los movimientos de la Acción Católica (JOC, HOAC, JEC) y de la iglesia de base y de comunidades cristianas. Es interesante la coincidencia del diagnóstico de ambos autores desde las ciencias humanistas y desde la reflexión teológica. Urbina es uno de los pocos que nos ilumina y acompaña y nos hace caer en la cuenta del significado profundo de lo que estamos viviendo en aquellos años setenta y ochenta, alienta nuestra esperanza relativizando muchos principios aparentemente inconmovibles de nuestra formación


Una línea constante de Urbina es el rechazo de la Iglesia a la modernidad y el continuo regreso a la neoescolástica, a la sociedad medieval jerárquica, que se consolidó en el siglo XIX con el Syllabus de Pío IX. La Iglesia con la caída del Imperio Romano tomó el relevo manteniendo su cultura y civilización en los pueblos germánicos que invadieron el sur de Europa. Contribuyó con la autoridad moral que la daba su cultura y sabiduría a la formación de los distintos reinos y pueblos de Europa. Lo aprovechó para la expansión del cristianismo. Fue su guía espiritual, cultural y temporal durante siglos. No acertó a limitarse a su misión renunciando a su voluntad de poder cuando las sociedades, ya en el Renacimiento, reclamaban su autonomía. Es el caso clásico de Galileo en el mundo de las ciencias y en la política de condenar la Revolución francesa en el siglo XVIII.


La Iglesia se encerró en sí misma. A lo largo de siglos se atrincheró en una “societas perfecta” dentro de las sociedades civiles. Crea o mantiene instituciones paralelas en competencia a las que van surgiendo en las sociedades modernas: colegios católicos, hospitales, partidos cristianodemócratas, sindicatos católicos, concordatos de estado a estado, privilegios como la exención del servicio militar a sus clérigos así como la aplicación del derecho canónico supliendo al derecho civil en muchos casos. A lo largo de los siglos se consolidan al margen de la Iglesia el mundo de la ciencia, de las nuevas clases sociales, de la burguesía liberal o del mundo obrero y con frecuencia enfrentados a ella. En el siglo XIX condena el liberalismo, el socialismo, la libertad de conciencia, los derechos humanos… La modernidad es perversa para la fe. Es el Syllabus de Pío IX. La teología es expulsada de la Universidades que la misma Iglesia había fundado en la edad media.


En España se perpetúa esta situación de una manera durante casi todo el siglo XX con las dictaduras de Primo de Rivera y de Franco aliándose con las fuerzas más conservadoras de la burguesía económica. Hay un disgusto implícito con el Vaticano II en la mayoría de los obispos. En este contexto tiene lugar la secularización de la sociedad española a partir de los años sesenta. Suceden hechos graves como la expulsión de la Casa de la Iglesia en 1968 de un centenar de dirigentes liberados nacionales de la Acción Católica obrera, estudiantil y rural, y de los consiliarios. La jerarquía concibe todavía el Apostolado Seglar como la integración de los seglares en los planes pastorales de la jerarquía sin ninguna autonomía en sus ambientes de compromiso. Se neutralizan las conclusiones de la famosa asamblea conjunta de sacerdotes y obispos en 1971 que tantas esperanzas había suscitado. Esto da lugar en estos años a la secularización de miles de sacerdotes.


Urbina es asesor teológico de los movimientos de Apostolado Seglar en esta época. Hace un análisis pormenorizado de estos eventos en la sociedad española y en la Iglesia. Urbina, un sabio que se vale de sus amplios conocimientos en distintos campos de las humanidades, filosofía, historia, sociología y también de las ciencias físicas y matemáticas que había estudiado. Analiza minuciosamente como con un microscopio cada causa y consecuencias de lo que está sucediendo desde la posguerra. Es frecuente en cada artículo suyo encontrar decenas de citas tanto de eminentes teólogos, escritores, físicos o economistas en que basa su reflexión y su ver la realidad de cada momento.

Además Urbina, el teólogo de la Revisión de Vida, detecta en cada conflicto de esta época el “kairós”, la llamada de Dios, el espíritu de Dios que está aleteando. Sufre mucho por la cerrazón de la Jerarquía en aceptar el significado de lo que estamos viviendo en España. Sufre largos períodos de depresión. Menciona continuamente la noche oscura de San Juan de la Cruz, como precursora de un nuevo día. Es un sacerdote de profunda fe en sus depresiones. Mantiene la esperanza en la misma Iglesia. No termina sus análisis sin atisbar posibles salidas del “espesor de la realidad”, como él afirma con frecuencia. Nos señala luces de esperanza, nos indica signos de Resurrección y del Reino de Dios en este mundo. Siempre nos abre a la esperanza, a la libertad de conciencia, al compromiso, al convencimiento de que el Reino de Dios está ya entre nosotros.

A continuación algunos textos iluminadores de Urbina. Sus palabras nos ayudaron a mantenernos vigilantes como las diez vírgenes en la noche de la espera de la llegada del esposo

- La Iglesia encerrada huye de la sociedad y de la misión. La fe sólo está expresada en el lenguaje agrario medieval, en la escolástica, no en el lenguaje moderno, liberal marxista.

- (Juicio a los integristas) ¿Qué habéis apostado para que crezca la vida? ¿Tendréis como única respuesta la del signo perezoso? Guardé el depósito bajo siete llaves porque tuve miedo. Nihil innovetur nisi quod traditum est. Contnua crisis, contnuo cambio. E puor si muove. ¿Por qué tenéis tanto miedo, hombres de poca fe? Mt 8,26.

- La espiritualidad barroca cultiva los valores religiosos y la interioridad personal, la conciencia individual y el Absoluto. La sociedad y lo colectivo es secundario. Los espiritualistas huyen del mundo. El modelo no es la edad de oro del pasado mítico, sino el Reino de Dios del futuro utópico. Los que se comprometen, son levadura en la masa. Son semilla.

- Los norteamericanos, niños grandes que sólo saben mucha matemática y juegan peligrosamente con bombas, creyeron que con sus ordenadores IBM y sus bombarderos devastadores de napalm podía vencer al aparentemente frágil e inteligentísimo general Giap y sus vietnamitas.

- Lo que está en crisis son los “lenguajes de la fe” que al hombre moderno no le significan nada”. De aquí la urgente labor de los teólogos.

- En la encuesta preparatoria de la Asamblea Sacerdotes- Obispos de 1971 el 25% de los sacerdotes no se sienten identificados con la Iglesia

- Tres clases de cristianos: 1º los que siguen legitimando el poder de la gran derecha, de los de siempre… 2º los que han reconocido el llamamiento de Jesús, pero que se quedan a medio camino… se refugian en los nuevos movimientos de espiritualidad más o menos carismáticos donde no se les exige el compromiso con la práctica social histórica y 3º el de los creyentes que… saben unir a la celebración eucarística el urgente compromiso social político y la lucha real en todos los frentes de liberación del hombre

- La toma del Palacio de Invierno está ya muy lejos y pertenece a otro contexto...Y es en los intersticios de la tierra invernal donde empiezan a florecer capullos frágiles, pero que son portadores reales de ese futuro que se anuncia... las comunidades creyentes, es decir, la Iglesia en su respuesta de esperanza a la crisis del mundo. Invitamos a leer serenamente el capítulo 8 de la Carta a los Romanos… esta Carta Magna de la esperanza a los que entonces no eran más que unas pequeñas comunidades de creyentes que vivían en los márgenes de un mundo enorme, que va agrietándose como la estatua de los pies de barro del sueño del rey de Babilonia que interpretó el joven Daniel.

- Dos fuertes realidades impulsan a una tremenda esperanza: la fe en la razón y en la capacidad del hombre y la fe cristiana, base definitiva de la confianza en la vida.

- Crisis es “kairós” y desafío a la Iglesia porque la humanidad en crisis espera del cristianismo un grandioso mensaje de esperanza

- El futuro de la fe ha nacido ya; sus signos son las nuevas formas de pequeñas comunidades compuestas de creyentes, situadas en la base, perdidas en la masa.

- La base son los laicos, el bajo clero, las parroquias, los consiliarios, las religiosas en barrios, el catolicismo popular, el mundo de los pobres, el tercer mundo.

- De Iglesia sociedad perfecta a la Iglesia sacramento de Salvación y pueblo de Dios. Del principio de jerarquía papal a koinonía, comunión de salvación.

- La teología y reflexión sobre la práctica de la fe comienza por una opción radical por Jesucristo, pero no se trata de una opción meramente emocional. Tiene un contenido profundo racional. Esta racionalidad de la fe es en primer lugar la coherencia de la fe con una práctica social finalizada por los valores del Evangelio. La lógica de la fe es la de Jesús, el hombre absolutamente libre y dado a los demás que inicia una comunidad universal

- Mantener firme la esperanza cuyo fundamento último no es ciertamente la Curia Romana sino el Cristo Pascual. La novedad del movimiento de Jesús es la fraternidad con los más pobres

- Una fecunda cosecha está en ciernes. La síntesis del Jesús histórico y el Cristo de la fe nos permite hablar de una segunda edad de oro de la Cristología

- Hay un salto de lo necesario a lo imposible: es la fe que va abriendo brechas de posibilidad en el mundo espeso. La fuerza de la fe es capaz de hacer el milagro cotidiano de mover montañas, es una mezcla de debilidad, de impotencia y de fuerza inconmensurable divina.

- El proceso del tiempo personal y colectivo es dos pasos adelante y un paso atrás. Como dijo Karl Marx, la historia avanza, pero a menudo por el lado malo. Lo que en términos cristianos se dice: la historia del mundo y de la Iglesia, que es una sola historia, avanza continuamente hacia el Reino de Dios, pero a través del espesor de la Cruz. Y eso tendemos a olvidarlo. El tiempo de la historia es el tiempo de la Cruz

- El Capital (de Marx) es el comentario más decisivo y radical al texto del Sermón de la Montaña “No podéis servir a Dios con el dinero (Mt 6,6)

- Ésta es una gran hora para los creyentes portadores de esperanza en un mundo en crisis porque si las sombras son grandes, hay que afirmar que existen ya los medios de avanzar… sabiendo unir la racionalidad de los fines éticos (la liberación humana) a la racionalidad técnica de los medios.

- El pueblo tiene que incrementar su poder por la suma del incremento en la organización y en una educación liberadora. Hay que multiplicar los centros de asociación y los centros de educación y llevar al espesor del mundo nuestra inmensa esperanza cristiana.


BIBLIOGRAFÍA

Francesc Núñez i Mosteo, Les Plegades. Sacerdots secularizats. Edit. Mediterránea. Barcelona 2006. pgs 610

Fernando Urbina, Mundo moderno y fe cristiana. Meditación desde España -I- Edit. Popular. Madrid. 1993. pgs 373

Fernando Urbina, Pastoral y Espiritualidad para el mundo moderno. En el espesor de lo real. -II- Edit. Popular. Madrid. 1993. pgs 327


José Centeno - 29 de Mayo de 2020


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