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CARMEN GIL TORRES ("CARMELINA")

El 21 de Diciembre de 2017 nos dejaba nuestra amiga Carmelina.


Trabajadora, voluntariosa, cariñosa, desvivida por los niños y niñas de la comunidad.

Le ha tocado sufrir mucho en la vida por múltiples enfermedades y limitaciones, que ha sobrellevado con mucha paciencia, sin quejarse casi, sonriendo casi siempre. Aunque ha tenido grandes bajones (depresión, ansiedad, obesidad mórbida, diálisis …), siempre ha luchado por sobreponerse y mantener el ánimo y transmitirlo.



"RETAZOS DE SU VIDA"

(Contados por Deme Orte, su marido cura)


Carmen Gil Torres (“Carmelina”) nació en Valencia en 1956. Su padre murió cuando ella era una niña, y su madre salió adelante con dos hijas. Yo la conocí en el barrio de Benicalap, donde era miembro de la Asociación de Vecinos que promovió, entre otros proyectos, una escuela infantil en el recién estrenado Parque de Benicalap, una conquista del barrio. Allí entró a trabajar como educadora infantil y miembro de la cooperativa que gestionó la Escola Infantil El Parc hasta que fue disuelta por el Ayuntamiento. Luego se hizo cargo de una pequeña papelería en la Ciudad Fallera que tuvo que dejar por no ser viable y por los problemas de salud que empezaron con la diálisis. Luego vino el transplante de riñón que cambió la vida durante 21 años, y de nuevo a diálisis con progresivas complicaciones de otras enfermedades concomitantes que han culminado en su muerte el 21 de Diciembre de 2017.

Carmelina y yo nos conocimos en 1980 en el contexto del barrio y las asociaciones de vecinos. Empezamos a salir desde la boda de nuestros amigos Natxo y Lola y ella se incorporó a la pequeña comunidad cristiana que ya se había iniciado en el barrio, y luego a la fraternidad surgida de una pequeña comunidad salesiana que optó por dejar la congregación y seguir como grupo de vida en común. En ese contexto vivimos durante doce años la utópica experiencia de vida en común de tres matrimonios y cinco niños. En ese contexto nos casamos los tres matrimonios y fueron llegando los hijos y nuestra hija Verónica, primero acogida y cinco años después adoptada. La fraternidad fue el núcleo inicial de la pequeña comunidad cristiana que ha cumplido ya 40 años y que, con su evolución, entradas, salidas y varios fallecimientos, sigue viviendo la gratificante experiencia de compartir fe y vida.

Carmelina ha sido una mujer trabajadora, voluntariosa, cariñosa, desvivida por los niños y niñas de la comunidad, especialmente, claro está, por Verónica, nuestra hija. Le ha tocado sufrir mucho en la vida por múltiples enfermedades y limitaciones, que ha sobrellevado con mucha paciencia, sin quejarse casi, sonriendo casi siempre. Aunque ha tenido grandes bajones (depresión, ansiedad, obesidad mórbida, diálisis …), siempre ha luchado por sobreponerse y mantener el ánimo y transmitirlo.

Personalmente, siempre he encontrado en ella un gran apoyo en todos los aspectos: como pareja, como matrimonio, como padres de Verónica, como miembros de la comunidad…; apoyo en mis compromisos (comunidades, moceop, curas obreros, etc) unas veces participando ella también y otras facilitándome la participación. Hemos pasado nuestras dificultades, pero me queda de ella la “memoria agradecida” y el recuerdo cariñoso del amor que hemos vivido y compartido con la familia y la comunidad. Un amor más fuerte que la muerte.


CARMELINA (Soneto)

Deme Orte


Viviste sembrando amor

y amor recoges al irte.

Venimos a despedirte

venciendo nuestro dolor.


No superará tu ausencia

el recuerdo cariñoso.

Es triste pero es hermoso

creer viva tu presencia.


Así te quiere tu gente

recordar con la sonrisa

como gesto permanente.


Al desánimo insumisa

vives ya eternamente

del silencio poetisa.



"SOLSTICIO"

Deme Orte (23-12-2017)


21 de Diciembre de 2017.

Solsticio de invierno.

El día más corto del año

se hizo el día más largo.


Un otoño que pasa,

un otoño de sufrimiento, tristeza y debilidad.

Un hoja que cae.

Una hoja del calendario,

una vida.

Todo pasa.


El beso frío de la muerte

que nos visita y nos deja tiesos.

Un invierno que cae encima,

un amor congelado en un fotograma.

Un frío que estremece los huesos,

una herida de muerte.


Y de inmediato,

el frío beso de la muerte

se derrumba en el calor de un abrazo,

un tsunami de abrazos,

una oleada de besos,

miradas sin palabras,

sonrisas tristes,

humanidad sincera, sin obligaciones,

un amor sin condiciones,

una esperanza sin certezas.


Un misterio de ausencia presente.

Un misterio de presencia ausente.

Un no está. Un no se ha ido.

Un ha muerto. Un sigue viva.

Un amor más fuerte que la muerte.

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